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Vuela Libre...



Mis manos acarician lentamente una rosa mustia y ya casi sin color, pero pese a que la vida ya abandonó lo que fue una delicada flor, sigue teniendo para mi la misma belleza. Mirándola viene a mi memoria una calurosa tarde de verano en que sorpresivamente me preguntaste "¿quieres una flor?". No sé qué expresión debí poner porque sonreiste traviesamente y me diste la mirada más tierna que nunca recibí. Me abalancé a tus brazos y te besé mil veces como una loca enamorada.

Por pequeños detalles aprendí a conocerte y nació este amor inagotable que siente mi corazón. Descubrí todo lo que hay en tí antes que nadie. No me inquietan tus silencios ni esa mirada tuya que, por momentos es opaca e indefinible. Tus sonrisas escasas son el espejo que refleja lo que sientes y tus enfados constantes no me asustan ya que sólo son gestos de intolerancia que duran tan poco como una tormenta en invierno.

Reconozco tus estados de ánimo y esos temores de los que pocas veces hablas, pero que están ahí y generan pesadillas nocturnas de las que nadie se entera. Supe de tus sueños y ansiedades, como también de ese amor que alteró tu mundo casi tránquilo y que aún evocas en tus noches de soledad. Sé que muchas veces la nombras sin palabras y conozco el lugar exacto donde escondes sus fotografías, las que miras a escondidas cuando sientes nostalgia de los momentos que viviste a su lado. Sí, aprendí a entender los silencios que llevan el nombre de esa pasión que sigue sin extinguirse, pero de la que jamás me hablarás.

Tanto he aprendido de tí que puedo adivinar tus pensamientos y ese deseo urgente y obsesivo por explorar otras pieles y que escondes celosamente para no lastimarme ya que sabes del amor que siento. Te sabes culpable por esas escapadas clandestinas tras nuevas emociones, pero tu naturaleza de hombre apasionado es más fuerte y por eso vuelves una y otra vez en busca de besos sin amor y de sensaciones que te revivan o quizás sólo sea un mal intento para olvidar ese amor que te hostiga el alma y la enorme frustración que sientes al no ser ella a quien posees cada noche.

Sí, amor te conozco tanto que ni tus ansiedades son novedad para mi, por eso entiendo tus silencios y me acerco a tí para llenarte de besos y caricias que te brindo con ternura y devota dedicación. Te amo y aunque nunca serás totalmente mío, te entregué mi alma y mi cuerpo. Elegí quedarme a tu lado hasta que llegue ese día que presiento ya cercano en el que volarás lejos en busca de los sueños perdidos que la vida te debe. No voy a detenerte cuando remontes el vuelo, miraré silenciosa como te acercas al sol y te diré adiós. No lloraré pues me quedo con mil recuerdos de momentos compartidos y porque siempre supe que no me amabas sólo fuí un refugio pasajero para tu alma atormentada por el recuerdo de una mujer de la que nunca supe su nombre.

Ahora que llegó el momento de tu partida, preparo tu equipaje y escondo entre tus cosas un poema que escribí para tí. Es un escrito simple, tierno y ausente de tristeza que reseña en sus líneas la historia de un gran amor que nunca será realidad. Quizás llegues a leerlo, pero, será lo único que te llevarás de mi. Robo una foto en la que miras al horizonte y la cubro de besos y la escondo con prisa entre mis ropas. No te pediré que regreses sólo mostraré una fingida indiferencia ante tu partida. Prefiero que lleves ese recuerdo y te marches sin culpa, ya habrá tiempo para llorar, pero en este momento, debo reir.

Adiós, amado mío. Antes de partir abrázame fuerte, mírame por última vez y susurra mi nombre muchas veces para grabarlo en mi corazón. Quiero ver tu sonrisa una vez más y la ilusión reflejada en tu rostro porque en este día vuelas tras esos sueños que te llevarán lejos de mi, pero ve tránquilo quizás algún día quieras regresar a este lugar donde siempre esperaré por tí.

Adiós, amor. Ve, busca tus sueños... Vuela libre.
L.

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