Sé que aún me lees con avidez,
que mis palabras las mezclas
con el café que sorbes complacida
cuando la mañana te desnuda completamente
en tu goyesca cama de sábanas blancas.
Conoces el acento de mi voz,
que aventajando al desalentado simún
llega a tu orilla para acariciar tu oído.
Sí, aún me lees con impaciencia,
porque intuyes
que siendo mis palabras las mismas
se renuevan constantemente
para ofrecerte las imágenes
que mis sueños desdoblan sobre tus sueños.
que mis palabras las mezclas
con el café que sorbes complacida
cuando la mañana te desnuda completamente
en tu goyesca cama de sábanas blancas.
Conoces el acento de mi voz,
que aventajando al desalentado simún
llega a tu orilla para acariciar tu oído.
Sí, aún me lees con impaciencia,
porque intuyes
que siendo mis palabras las mismas
se renuevan constantemente
para ofrecerte las imágenes
que mis sueños desdoblan sobre tus sueños.
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