¡¡ Miren, ahí viene Corazón de hielo.!! No puedo evitar mirar en la dirección que indican esas voces. Escucho comentarios y risas bajas por esa persona que con paso lento, pero altiva como una soberana se acerca con sus cabellos al viento y un sencillo vestido por la empedrada calle.
Miro con detenimiento y curiosidad a Corazón de hielo. Algunos comentan de ella en forma despectiva y otros, igual que yo, la miran con una pregunta sin respuesta en los labios. Ella, sigue caminando sin ver a nadie. No es hermosa, pero hay algo en su mirada que atrapa sin desearlo. Su andar lento y su mirada que parece perdida en la nada provocan intriga y desconcierto.
Sigo caminando y me olvido de ella. Mi cabeza está llena de pensamientos e ideas que muy pronto me abstraen de lo que acabo de ver. La calle está llena de gente que camina presurosa en todas direcciones y observo los rostros de quienes pasan por mi lado, pero en ninguno de ellos, noto la expresión ausente que descubrí en Corazón de hielo que ha vuelto a mi mente.
Un día, caminando, vuelvo a cruzarme con ella. Me di tiempo para mirarla con detenimiento. Como la vez anterior, caminaba lenta, pero no era un paso cansino, sino que daba la impresión de no tener prisa alguna, como si nadie la esperara en parte alguna. Vestía con la misma sencillez del primer encuentro y sus cabellos claros ondeaban al viento con plena libertad. Noté sus delgadas manos sin sortijas y nuevamente volví a sorprenderme de su mirada. No había emoción alguna en sus ojos y al caminar me hacía pensar que no veía nada de lo que la rodeaba.
No pude evitar pensar que esa frágil figura de mujer cargaba sobre sus hombros toda la tristeza del mundo. Pensé quizás en un amor que hirió a tal punto su corazón y lo dejó insensible a cualquier emoción futura. Imaginé también una soledad llena de silencios y recuerdos que sólo ella conocía y sentí el deseo de abrazarla y transmitirle algo de vida. Hubiera dado todo lo que tengo por verla sonreír, pero no sabía cómo podía lograrlo. Por eso me alejé con un nudo en la garganta y la impotencia de no poder hacer nada por devolverle la luz a esa mirada opaca y sin ilusión.
Volví a verla después de varios días, esta vez observaba con detención a dos enamorados que estaban frente a su mesa. Ellos se besaban con ternura y sus miradas estaban cargadas de esa complicidad que sólo los que se aman pueden entender. Quedé sorprendida al ver como esos ojos sin expresión lentamente se llenaron de luz y de ese vidrioso color de las lágrimas. ¡¡Dios mío ella lloraba!! Sentí una punzada en el corazón al comprender por ese llanto silencioso y escondido que alguna vez amó intensamente a alguien que ya no estaba a su lado y ahora, esos amantes frente a su mesa, habían traído sin saberlo, ese recuerdo a su presente solitario.
Lentamente se paró de su mesa, sin dejar de mirar a los enamorados, noté algo así como una sonrisa en sus delgados labios y vi en sus ojos un brillo distinto, era como una dulce complacencia por esos besos que seguro evocó y volvió a sentirlos en la suave brisa que acarició su rostro. Se alejó del lugar, pero esta vez su andar era más ágil que las veces anteriores y luego de unos pasos, volvió su mirada hacia esos dos seres que se amaban sin temor frente al mundo que miraba con envidia sus caricias. Lloraba aún y no pudo evitar que un suspiro suave, casi avergonzado, saliera de su garganta. Siguió su camino y desde la distancia pude observar que en un gesto casi infantil, cortó una flor y se alejó presurosa como temerosa que alguien hubiera descubierto su travesura.
Ha pasado el tiempo y no he vuelto a ver a Corazón de hielo y siento casi la necesidad de correr donde aquellos que se burlan de esa mujer silenciosa que irradia misterio y gritarles que ella está viva, que puede amar y que en un pasado que desconozco amó tanto que eligió vivir en soledad para ser fiel a un recuerdo que nadie conoce ni entiende. Quisiera contarles que la vi llorar y emocionarse ante dos enamorados, que sonrió y hasta robó una flor como si fuera una chiquilina traviesa. Sí, sé que no me creerán y se reirán de lo que diga. Ellos tienen una imagen que no cambiarán, quizás no haya rencor para ella, sólo el desdén que provoca alguien que no es como todos porque calla sus pesares y vive con indiferencia en un mundo en el que gustamos de la ostentación y Corazón de hielo eligió el silencio y la libertad de ser altanera en su dolor.
Si ves en tu camino a alguien como Corazón de hielo, no te burles ni la mires con insistencia, sólo piensa que tras ese manto de indiferencia y frialdad aparente, hay un corazón que no ves, pero que ama y late como el tuyo. Su sangre es roja, caliente y corre por sus venas igual que la tuya. Sus lágrimas son cristalinas y humedecen su rostro igual que lo hacen las tuyas. No te espantes de la dureza de su mirada o bien, de la indiferencia que leas en sus actitudes, simplemente piensa que eligió una vida sin emociones y respeta su camino.
Sí una mujer de andar lento y altivo, camina por tu rumbo, bríndale una sonrisa, seguro te lo agradecerá. Si miras sus ojos podrás ver en ellos la historia de amor que motivó sus silencios y su soledad. Déjala seguir, no preguntes nada, sólo mira como se aleja de tu camino y de tu vida. Di una plegaria por ella y olvida que la has visto pasar a tu lado, quizás te envíe sin tú saberlo, una sonrisa...
Corazón de Hielo..
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