He tocado la soledad. Por primera vez he tocado la soledad de un modo distinto a cómo lo había hecho hasta ahora. No he notado su tacto oscuro y desolador de siempre, no he notado su frío ni he hallado perdición en ella. No ha sido la misma de siempre. Esta vez era cálida, era liviana y cándida. Seguía siendo soledad pero era más bella que nunca, tanto que parecía ser parte de algún irreal. Parte de un ligero sueño que alguien ha arrancado y me ha ofrecido.Nunca creí que pudiera existir algo así, nunca creí que pudiera sentirla. Por unos días fui presa de una cortina repleta de interminables finas gasas. Días en los que no toqué el suelo pero mantuve más que nunca los pies en la tierra. Encontré lo que hace tiempo buscaba. Lo que necesitaba.Pero no fue eterno. Mi nuevo mundo... apenas fui capaz de descubrirlo cuando de nuevo una estela oscura volvió a posarse sobre mí como sombra de ciprés y ante la idea de volver de dónde nunca debí salir, sólo sé que cerré los ojos.De la noche al día, todo se desvaneció, recuerdo encerrarme de nuevo en jardines muertos, de savia escóndida en tallos marchitos. Recuerdo que todo se vino abajo, que de nuevo mis pies cayeron estrepitosamente contra el suelo rompiéndome los huesos pese a no sentirlos, que aún mordiendo el polvo como antaño, mi mente se elevó y viajó al lugar de siempre, se perdió una vez más.Pero he visto lo que en sueños tantas veces he vislumbrado y esta vez era real. Sé que existe... y espera en alguna parte ¿Hay un precio por por poseerlo?
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