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Sola


La calle se mojaba tras sus pasos como si una nube de tormenta la persiguiera, pero no osara tocarla. Como si las gotas frías de la lluvia a deshora no se atrevieran a mojar su cabello. Caminaba con desgana más pendiente de arrastrar sus pies que de dónde iba a situar el siguiente paso.
Los edificios crecían alrededor, encendiendo sus luces sin ritmos ni orden ni concierto. Altos y encorvados, unos hacia los otros, cerrándose en el cielo, como las ramas entrelazadas de los árboles en la selva.
Su pelo, tan negro que azuleaba, se movía al compás de sus movimientos, intentando meterse en su boca...
La noche, la temperatura y la soledad eran tan negras que aceleró sus pasos pensando que así no la seguirían hasta ninguna parte, hasta dentro, hasta si misma... sabiendo que ni de ese modo podría conseguir escapar nunca.

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Algo mas sobre la tristeza...


De la Alegría y la Tristeza

“Entonces, pidió una mujer: háblanos de la Alegría y de la Tristeza.
Y el respondió:
Vuestra alegría es vuestra tristeza sin máscara, y de un mismo manantial surgen vuestras risas y vuestras lágrimas.
No puede ser de otro modo.
Mientras más profundo cave el pesar en vuestro corazón, más espacio habrá para vuestra alegría.
¿No es la copa que contiene vuestro vino la misma que estuvo quemándose en el horno del alfarero?
¿Y no es el laúd que serena vuestro espíritu la misma madera que fue tallada con cuchillos?
Cuando estéis contentos mirad en el fondo de vuestro corazón y encontraréis que es solamente lo que os produjo dolor lo que os da alegría.
Cuando estéis tristes, mirad de nuevo vuestro corazón y veréis que estáis llorando en verdad, por lo que fue vuestro deleite.
Algunos de vosotros decís:
“La alegría es superior al dolor” y otros “No el dolor es mas grande“.
Pero yo os digo que son inseparables.
Vienen juntos y, cuando uno de ellos se sienta con vosotros a vuestra mesa recordad que el otro esta durmiendo en vuestro lecho.
En verdad, estáis suspensos, como fiel de balanza, entre vuestra alegría y vuestra tristeza.
Sólo cuando estáis vacíos vuestro peso permanece quieto y equilibrado
Así, cuando el que cuida el tesoro os levante para pesar su oro y su plata, es necesario que vuestra alegría y vuestro pesar suban y bajen.”


Kahlil Gibrán (1883-1931), de “El Profeta“

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La tristeza

(Ilustración de Joe Sorren)

Cuando por las mañanas amanece gris, mi corazón se mimetiza al ritmo del color...y es terrible. Permanece triste por la añoranza, por el deseo, por un anhelo de verlo transparente cuando yo pudiese sonreír y darle a la vida otro color, matizarle otro sentido.

En las calles de sol hay sonrisas y alegrías, y si camino entre ellos, ni siquiera soy percibida. ¿Que necesito para poder integrarme? ¿De qué depende para que alguien me mire, para que alguien me ame, para que me hagan suya? Aún cuando el cielo o el mar parezcan rojos, aún cuando en las hojas de los árboles los insectos guarden silencio a mi paso, aun asi resisto...lo trato, lo debo. No podemos vencernos ante un mundo que brilla y queremos opacar por momentos.

Si no hay manera de poder cantar como canta el viento, entonces lo escucho, y formo un sonido, emulo un silbido que suene en mi interior, si no hay manera de poder volar con alas por mi misma, entonces miro al cielo y lo veo firmemente desde el suelo en que estoy y siento que no me desprendo de el, dejo que me envuelvan los azules que tienen en mi, percibiéndolo más cerca. Así, con todo, salgo triunfante, cumplo con no sacar una lágrima al viento, mas siento que puedo menos cuando no emulo nada.

Ante la vacuidad no puedo, formo una alianza porque no puedo ser contraparte, porque ni siquiera puedo lograr hacer volver a mi mas ansiado y querido momento... ¿Cómo luchar por perseguir algo en vano? ¿Cómo sentir que voy marcando el mismo latido de corazón que otro ? Luchar por tristezas es sano, es válido si como humanos generamos una defensa contra el dolor, sacar tristezas alivia, te deja mas ligero si depuras tu alma aún cuando el color sea oscuro, mas luchar con la mente, con recuerdos, con fantasmas, ¡qué difícil!.

Incluye tristezas pero hay sentires que remontas desde esos ayeres. ¡Cómo vuelven los dolores cuando aparecen los fantasmas!, cuando evocas esos sonidos aunados con olores, una música, una melodía, una canción y una palabra...caminar en un paisaje por demás familiar donde alguna vez sonreíste y ahora lo enlutas en silencio. Actitudes y modismos que te acostumbraste a seguir porque nacían de ti en ese tiempo y en ese espacio y sentías que en verdad amabas, y brincabas, y soñabas y cantabas y gritabas y gozabas como nadie sin igual.

Increíble que hicieras maravillas por todo o por nada, y te ensoñaras tan sólo por una o dos palabras pronunciadas...no era necesario decir más. Hay tristezas del pasado, tristezas del presente y las que siento por aquellas que serán a partir de éste momento y que no puedo siquiera imaginar. En los tiempos de hoy, las casas abandonadas reclaman sus misterios y es cuando los sentires se posan ahí sin que podamos sacarlos. ¿Alguien que luche contra ello? ¿Que alivie el temor a recordar?

Cuando renace el día se escuchan los nuevos momentos, las nuevas fuerzas... ¿Y las tristezas?, ya tuvieron su tiempo me respondo a mi misma. Vengan tristezas que serán de mi mañana gris, que formarán un futuro sin fin y que lograrán que las vea derribadas si en algún momento sonrío y me siento feliz. Al cabo ellas ya tendrán su paz y mi mente divagará, buscará formas en otros trazos y como la hierba que crece donde en cierto lugar hubo camino, cubre así, de manera protegida y suave lo que en algún momento era automático de evocar; es mi única defensa y es mi único momento inundándolo en un profundo suspiro cuando miro a ese cielo en el que mimetizo mi corazón cada vez que siento que mi esperanza agoniza...

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Preludio



Yo quisiera estar entre vacías tinieblas,
porque el mundo lastima cruelmente mis sentidos y la vida me aflige,
impertinente amada que me cuenta amarguras.

Entonces me habrán abandonado los recuerdos:
ahora huyen y vuelven con el ritmo de infatigables olas
y son lobos aullantes en la noche que cubre el desierto de nieve.

El movimiento, signo molesto de la realidad,
respeta mi fantástico asilo;
mas yo lo habré escalado del brazo con la muerte.
Ella es una blanca Beatriz, y, de pies sobre el creciente de la luna,
visitará la mar de mis dolores.
Bajo su hechizo reposaré eternamente
y no lamentaré más la ofendida belleza ni el imposible amor.


José Antonio Ramos Sucre.

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A LA NOCHE

Noche, dulce cobijo,
hogar de sombras,
oscuro deseo,
melodía siniestra y bella,
anhelo de sueños y temores,
implacable final de la luz,
símbolo supremo de calma y de sosiego.

Temor entremezclado con belleza lúgubre,
ilusión impía,
cúmulo de maldad y abatimiento.

Suave melodía de belleza incomparable;
tenue himno a la grandeza cósmica.

Disperso acontecer por pocos esperado
esperado dispersar por pocos acontecido.
Encontrado vagando por: La Gaceta

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Historia de un Hombre.


Quiero contarles una historia de amor, pero no es una historia cualquiera, es una que me robó el alma y me devolvió la ilusión. Esta me ha hecho pensar que amar no es sólo sentir, sino tambien ser capaz de correr una maratón para ganar una medalla olímpica para entregarla a quien nos provoca tal sentimiento o bien, ser feliz con un simple beso.

Bueno, les presento al personaje central de esta tierna historia; un chico bien dotado, guapo, musculoso, poseedor la una bella y cautivante sonrisa tipo vikinga, dientes con destellos plateados que opacan la luz del sol, voz pausada, de ademanes tan sexys como los de Rambo en su primera película y lo más importante; no tiene grasas acumuladas en zonas conflictivas y su cabello es el mismo con el que nació, digo, la misma cantidad. No me detendré mucho en comentar que este guapo especimen masculino, mueve legiones de féminas que lo seguirán donde él lo pida [sus admiradoras lo bautizaron 301]. Su encanto natural lo hace... letal.

La vida de este Adonis, salido de una revista de historietas para adultos, era sencilla, sin grandes sobresaltos y tampoco grandes emociones que le alteraran el buen funcionamiento de su hígado. En otras palabras, diría que semejante homo erectus, vegetaba, ya que nada de lo que vivía le hacía sentir pleno. Había en ese bello representante del sexo opuesto algo así como un gran hastío que le dificultaba salir de su lecho cada día.

Su existencia consistía en eternas charlas con los amigos, borracheras ocasionales, aventuras amorosas que sólo le dejaban una suave estela de perfume de mujer y una tibieza breve en el lado derecho de su cama [duerme en el izquierdo, hábito que jamás cambiará], por eso, era común verlo con expresión indiferente pescando calamares gigantes en esa playa que según cuenta la gente que le conoce, visita desde que era un niño con pocos dientes, preguntándose a sí mismo si esa era la vida que siempre tendría porque sentía que había algo más que eso, pero no había respuesta.

Un día, todo cambió para él. Lo supo desde que comenzó el día, algo le avisaba que ese no sería como todos, algo pasaría que haría distinto su mundo a contar de ese momento. Estaba inquieto, su corazón latía a ritmo acelerado y sus manos temblaban notoriamente, tanto que derramó el café varias veces, provocando el asombro de sus amigos. Nadie dijo nada, sólo observaron con atención, quizás, ellos también percibían que ese no sería un día más en la vida de nadie.

Cuando la luna ya casi se dormía, se produjo el milagro y tenía nombre de mujer. No era una mujer cualquiera, no señor, ésta tenía algo especial, digamos un genio podrido y una mordacidad que espantaba hasta al más valiente galán. Nuestro Adonis, la observaba divertido hasta se atrevió a acercarse, pero fue rapidamente repelido, no obstante, algo en su corazón le advirtió que debía quedarse. Y se quedó. No hace falta contar las muchas veces que salió disparado por la ventana, pero, lentamente, con esa ternura que posee y que no usa con frecuencia, fue abatiendo a la recalcitrante y bravía amazona.

Poco a poco fue abriendo un corazón lleno de matices y descubrió también que volvía a reir, se reinstaló en su noble alma la ternura y el deseo de prodigarla. Cada noche buscaba la compañía de esa mujer sin rostro y de cientos de palabras que leía con interés. Aprendió a dejar libres sus emociones, conoció el valor de los silencios y la ansiedad que provoca la espera para ver aparecer a un ser que le abre la puerta a la sensibilidad. En fin, su mundo se llenó de mil cosas que ya conocía, pero que había olvidado. Ahora canta, ríe y grita al viento que es feliz, le dijo adiós a las noches de juerga y a esas pieles que no le dieron nada. Hoy sólo espera la madrugada para ver un corazón dibujado con dos nombres y que despierta todas sus emociones de hombre nuevo.

Sus amigos le miran sin saber qué decir, pero a la vez, les gusta esa nueva imagen que notan en él. No quieren preguntar, algún día sabrán la razón de ese cambio, por ahora, respetan su secreto y su emoción. Son compañeros fieles que llevan un camino común, ya no les sorprende que tiré el café o que elija seducir a la luna en su oscura guarida a la que ellos no tienen acceso, por ahora, compartirán su alegría nacida una noche en la que ellos no estuvieron cerca. Lo miran sonrientes alejarse. Dejó de ser 301 como dicen sus rendidas admiradoras, hoy simplente es Mercurio el Dios de los pies alados que vuela raudo a buscar la compañía de una mujer que nadie conoce, pero a la que todos le dan rostro.

Bueno, esta es la historia de un hombre que conoció el amor cuando ya había perdido la fe. Ahí está él, riendo y soñando con que un día, quizás nada lejano, estrechará fuertemente entre sus brazos a una mujer que descubrió casi por casualidad cuando sus caminos se cruzaron una tibia noche de sábado.

Allá arriba, en una pequeña nube, hay un angelito de carita traviesa que lanza flechas doradas que dan justo en el corazón de desprevenidos seres humanos que caminan sin ver lo bello que les rodea. Quizás ellos, al igual que 301, vean desde hoy que la vida es linda y que si son capaces de amar, ya habrán tocado el cielo con las manos.

A.

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